jueves, 19 de noviembre de 2015

De médicos, hospitales y colas de supermercado


     El autobús, el metro o la cola del supermercado  son contextos estupendos para asistir a disertaciones cargadas de emotividad y exabruptos dirigidos a batas blancas. Raramente la diana es el sistema,  el objetivo somos el personal sanitario. De hecho, mi impresión es que el sistema importa una mierda. Mientras la cacareada sanidad universal englobe al susodicho y además le resulte gratuita, la certeza política de que todo va bien se compra sin problema. Un mínimo resquicio de duda se resuelve argumentado que uno cotiza a la seguridad social desde tiempos inmemoriales y punto. 
     Los médicos somos la bata blanca más mentada en estas situaciones. Es cierto que a veces se escucha hablar de errores, pero  en la mayoría de los casos no se tocan temas técnicos. Se reclaman sonrisas, amabilidad, que atenúen por ejemplo la espera de un resultado o de una revaloración. Se reprochan bocadillos,  cafés a hurtadillas o  cigarros a la puerta del hospital.  Actitudes interpretadas como déspotas, despersonalizadas, indiferentes de entes que pasamos muchas horas por las salas de los hospitales, los resilientes. De las  Facultades de MIRicina a la resiliencia. Interesante período éste… tanto que repito. Lo contaré.
     Nuestras caras mientras sostenemos batas rebosando papeles (ahora dispositivos electrónicos variados), fonendos con campanas decoloradas por multicontacto (eso no cambia) y bolígrafos varios, son un poema después de una bendita guardia.  Hay fotos
     Recorremos pasillos intentando almacenar en el supratentorio datos y deseando que el inconsciente (dado que el consciente está para poco más) reprima experiencias relacionadas con el dolor ajeno. Y nos olvidamos de algo importante. No para nosotros, pero para los de la cola del supermercado, que son los que cotizan. ¿Qué era?

Saliente de guardia. Doy fe.

3 comentarios:

  1. Yo tengo una frase recurrente que me sirve para explicar innumerables situaciones, como por ejemplo la que comentas: "La gente es gilipollas".

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  2. Aunque un poco de autocrítica tampoco vendría mal. De médicos y enfermeras trabajando durante periodos insanos que afectan a su rendimiento por juntar días libres. De consulta pública a privada en un pluriempleo rayando lo inmoral. De visitas de farmacéuticas promocionando productos a cambio de...

    Las sonrisas es otra historia. Y sí, de las profesiones de trato al público es la más jodida porque se trata de la salud del cliente.

    Estoy trasnochando y se nota

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  3. Suscribo todo el primer párrafo salvo el primer punto. En enfermería los turnos de 8 horas se solapan, aunque no está permitido, y a veces el objetivo es incrementar los días libres. Está cada vez más controlado esto, pero se hace. En médicos no hay turnos, sino guardias de 17 o 24 horas, y una jornada al día siguiente que en el período de formación se prolonga más de lo recomendable.
    Combinar pública/privada, farmaindustira y las "plazas en propiedad" son un lastre. Una puta vergüenza. Tocaré eso
    He sido más incisivo en la crítica que en la autocrítica, pero creo que la sonrisa es importante. Que te guste lo que haces y la gente te caiga bien. No siempre ocurre

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